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Origen del Caballo Criollo

Fernando Romero Carranza nos cuenta en el diario La Nación del 20-12-97 el origen y evolucion del Caballo Criollo en nuestras tierras.

El caballo criollo, parte esencial de la tradición

El origen de esta raza se remonta a la conquista española, con la introducción de la sangre ibérica en el siglo XVI

Por Fernando Romero Carranza

La Nacion Sábado 20 de diciembre de 1997

El gaucho y su caballo han sido elementos inseparables en la historia de la Argentina, pero así como todos saben algo del gaucho, pocos conocen el origen, la difusión y la realidad actual de ese caballo. Por eso, trataré de resumir su larga historia, aclarando que lo llamaré criollo al igual que a los primitivos pobladores, hijos de españoles nacidos, criados y adaptados al suelo americano.

Hoy nadie discute que cuando Cristóbal Colón desembarcó en la isla de Guanahani ya no había caballos en el Nuevo Continente. Esa tierra, bautizada luego como América, fue en pretéritas eras geológicas la cuna del género "equus", de donde evolucionó el "Equus caballus", especie que domesticaron los pueblos asiáticos, africanos y europeos.

Las razones de la desaparición del caballo en América son aún desconocidas; no obstante, el hallazgo de ciertas especies fósiles en estratos geológicos cuaternarios motivó que ciertos naturalistas pensaran que en algunas regiones de América del Sur ese caballo habría sobrevivido y evolucionado, constituyendo una nueva especie al cruzarse con los caballos españoles importados por los conquistadores.

Las investigaciones científicas posteriores y los análisis comparativos de los esqueletos hallados determinaron que ese équido primitivo tenía una conformación más parecida a la cebra o al hemión que al caballo, y que en sólo tres siglos de evolución no habría podido transformar sus particulares características morfológicas en las que presentaba el caballo salvaje de las pampas en el siglo XIX.

Tanto Colón como los posteriores adelantados consideraron imprescindible incorporar a este animal para la realización y consolidación de la conquista.

Las corrientesintroductorias

En 1493, Colón llevó caballos a Santo Domingo, que después pasaron a Jamaica. En 1511, Diego de Velázquez los introdujo en Cuba, luego pasaron a México y fueron la base de los utilizados por Hernán Cortés en la conquista del Imperio de Moctezuma.

En 1520, Gonzalo de Ocampo los llevó a Venezuela en la busca infructuosa del imperio de El Dorado: estos ejemplares fueron la base del pequeño, ágil y duro caballo "llanero".

Francisco Pizarro conquistó, en 1531, el Imperio de los Incas, llevando animales al Perú y Ecuador. Diego de Almagro los incorporó a Chile en 1535; una de las últimas introducciones fue la de Juan de Oñate, en 1597, en California.

La génesis del caballo criollo de las llanuras del Plata se atribuye generalmente a la introducción que efectuó Pedro de Mendoza, en 1536. En 1541, Alvar Núñez Cabeza de Vaca los llevó a Asunción del Paraguay; posteriormente, Diego de Rojas y Núñez de Prado trasladaron equinos desde el Perú hasta la actual provincia de Tucumán.

Cuando, en 1580, Juan de Garay intentó con éxito la segunda repoblación de Buenos Aires, existían numerosas manadas vagando en libertad en las cercanías de la ciudad. Como el adelantado no podía ofrecer a los nuevos pobladores ni oro ni plata ni encomiendas de indios en una tierra casi desértica, pidió a su superior "hacer merced a los nuevos pobladores, del ganado caballuno abandonado por don Pedro". La respuesta fue favorable a su pedido.

¿Qué caballos trajeron?

El caballo español que trajeron los conquistadores a América nada tiene que ver con el actual caballo andaluz. Podemos definirlo como un caballo ibérico producto del trasiego de caballadas africanas berberiscas y peninsulares, sin influencia de razas pesadas europeas y, contrariamente a lo que se cree, sin sangre árabe en sus orígenes.

Este caballo, forjado en la lucha de seis siglos entre moros y cristianos, abandonado luego en las llanuras americanas, donde la selección natural durante cuatro siglos más le dio resistencia, longevidad, rusticidad y adaptación al medio, es el que generó la "raza del caballo criollo".

Al igual que en el norte de América, los indios del extremo sur del continente se convirtieron en guerreros y cazadores de a caballo y asolaron con sus avances poblaciones y estancias que se encontraban a menos de cien kilómetros de Buenos Aires, pues su botín de caza era el ganado.

Eclipse parcial

Los gobiernos alentaron el "mejoramiento" de las especies domésticas criollas, introduciendo reproductores de Inglaterra y de Francia. Los nuevos dueños de las tierras alimentaron un incomprensible rechazo a lo criollo.

El heredero local del caballo español, tan útil para las tareas ganaderas, no servía para el tiro liviano de carruajes o pesado de arados y fue mestizado con Percherón, Shire, Hackney, Clydesdale y otras razas de trote y trabajo, cruzado con sangre pura de carrera inglés y árabe para producir caballos de carrera y deporte.

Algunas poblaciones criollas de la pampa y la Mesopotamia se salvaron de la mestización y se convirtieron en la herramienta indispensable para las tareas ganaderas.

El gaucho, ese personaje criollo o mestizo, que es hoy el arquetipo histórico del hombre rural seminómada de la llanura rioplatense, que floreció en los siglos XVII y XVIII como hábil jinete, diestro enlazador y boleador, que fue la mano de obra para las matanzas de ganado cimarrón durante la colonia, soldado en las guerras de la Independencia, montonero durante las guerras civiles, milicia en la lucha contra el indio, arriero de vacunos y, finalmente, capataz o peón en las estancias, sometido a la rutina del progreso y a la prisión del alambrado, fue el elemento humano que mantuvo y perfeccionó su relación con el caballo criollo.

A principios del siglo XX, el progreso alcanzado por la Argentina había atentado contra la memoria de su herencia hispánica y hecho recrudecer la desaprensión por lo criollo.

El rescate de la raza fue iniciado por Emilio Solanet, que se enteró de la existencia de caballadas criollas intactas en poder de ciertos caciques indios al sur de la Patagonia. En 1923, se fundó la Asociación de Criadores de Caballos Criollos, institución que elaboró un estándar de la raza. A partir de ese momento comienza la selección y difusión del caballo criollo y se logra recuperar el prestigio de la raza.

Por Fernando Romero Carranza

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